Roces de significación en la música de Juan Perro (1)

Esta canción constituye toda una declaración del mestizaje profundo que pretende, la huella sonora que persigue y que le envuelve, nublando, iluminando ritmos, métricas y aullidos antiguos. (Salí a buscar… en todas las tabernas se cantaba el mismo cantar… En medio del océano de ruido está la roca del son… Un guajiro con gafas de sol cambiaba uno por uno son por rock and roll… El son guarda en cajas de madera lenguas de metal… El rock se deshacía como hielo en vaso de cristal…) En la eclosión final de la canción se aprecia de forma rotunda la frontera natural, aullidos rockanroleros por un lado y, por otro, tranquilos coros de son que como balsa a la deriva amortiguan y alivian al Perro.

«… reconocer las raíces de mi aprendizaje musical desde lainfancia… Si la primera fase de Juan Perro me llevó a investigar toda las músicas de la negritud que se han expresado en castellano, en esta segunda estoy intentando construir un puente, o rehacer el camino entre la negritud que habla español y la negritud anglosajona…»

Es evidente, el territorio natural de Juan Perro es la frontera, no existen los límites, y la palabra identidad queda declarada non grata; pero va más allá: tampoco existe la separación entre forma y contenido, música y texto se diluyen para conformar un mensaje elástico y, de paso, mostrar todo un metalenguaje, una propuesta teórica, explicativa, que, gracias a la naturalidad, no es necesario divisar, sólo alcanzar alguno de sus olores. El mestizo, Negril y A la media luna podrían ser algunas pistas para seguir el rastro de la aventura sonora, de la huella infinita, ecos subterráneos, invisibles, pero que siguen estando ahí, esperando que los acariciemos de noche, ilegalmente… en la frontera.

Como decíamos, si seguimos rastreando la huella como centauros del desierto musical encontramos pistas que anuncian y conforman la disolución sonora. Si el escritor Vila-Matas intenta convertirse en materia literaria, en una especie de metaliteratura de sí mismo, algo parecido puede ocurrir con Juan Perro que insinúa sus movimientos bordeando los límites sin ser visto, a espaldas de conceptos constreñidos, es decir, buscando la verdad, esa cosa que nunca es oficial ni identitaria. Por ello, siempre serán alabados los pies del viajero que no se estanca, que no se para, que persigue obseso y cambiante la huella. Por ello, las palabras renegado y cautivo regresan engalandas para mostrar orgullosas todo su esplendor libertario.

Letra:
Alabados sean los pies del viajero
La huella sonora que persigo yo
Que se aleja y vuelve en alas del viento
Pájaro del ánima del pensador

A la media luna, giró la Fortuna
A la noche entera, que el viento cambió
Ya asoma la luz por la Décima Esfera
Y besa la nube el rosal trepador

Ay de mí, morena, que soy un espectro
Somos renegados cautivos los dos
Ya prueba la luna su filo en el cielo
Oscura cadena, dorado eslabón

A la media luna, giró la Fortuna
A la noche entera, que el viento cambió
Ya asoma la luz por la Décima Esfera
Y besa la nube el rosal trepador

Bajo la muralla de Palma del Río
Hermosa cautiva, me diste tu amor
Y soñamos hijos psicodélicos
Raza de los trópicos utópicos
Peleando con los tiempos críticos
Ebrios del aroma de la eterna flor

A la media luna, giró la Fortuna

Y por eso mismo Juan Perro, el Mestizo, siempre anda merodeando, persiguiendo espacios musicales, buscando inspiración en terrenos ilegales. Por eso se escapa como una bala, como un espectro apenas visible para perderse por el Trópico, o por las oscuras calles de Nueva Orleans. Y por eso nos vacila de poder tocar tumbao los ritmos sencillos de tradiciones aparentemente perdidas, pero que esperan latentes el oído recuperado del que trepa invertido el rosal de los muertos, el dulce son de los muertos.

Letra:

Cada noche perseguía
Con la aguja del dial
La galaxia más sombría
Del espacio musical

Y la voz de las canciones
Se encarnaba en los rincones
De su cuarto

Que yo lo toco tumbao
Lo toco tumbao
Ese ritmo es tan sencillo
Que yo lo toco tumbao

Dale un poco de sabor
Y colorido local
Con el vuelo de una falda
De tu tierra natal

Y el silencio necesario
Como el hilo de un rosario
Pasional

Que yo lo toco tumbao
Lo toco tumbao
Ese ritmo es tan sencillo
Que yo lo toco tumbao

Siempre anduvo merodeando
Algún asunto carnal
Y al final se fue arrastrando
Por el surco fatal

Le cayó una maldición
Y se fue con su guitarra
En un camión

Que yo lo toco tumbao
Lo toco tumbao
Ese ritmo es tan sencillo
Que yo lo toco tumbao

Con su cara no podía
Ser un tipo normal
Y buscando inspiración
En territorio ilegal

Se metió en la calle mala
Se perdió como una bala
Por el Trópico

Que yo lo toco tumbao
Lo toco tumbao
Ese ritmo es tan sencillo
Que yo lo toco tumbao

Luis Enrique Ibáñez Cepeda (24 Posts)

Quique Ibáñez es profesor de Lengua y Literatura Castellana en el IES Cristóbal Colón de Sanlúcar de Barrameda. También imparte Proyectos Integrados sobre Lenguaje Fílmico y la asignatura de Literatura Universal. Es, además, un enamorado de la música y del cine. Tiene un espíritu crítico por naturaleza, lo que se deja entrever claramente en sus escritos.